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Registrado: 10 Nov 2006
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Por cinefila
Dirección: Alfred Hitchcock.
Guión: Francis Cockrell y Louis Pollock, según el relato de Louis Pollock.
FotografÃa: John Russell.
Música: Stanley Wilson.
EscenografÃa: Martin Obzina y James Redd.
Vestuario: Vincent Dee.
Montaje: Richard Wray y Edward Williams.
Asistente de dirección: James Hogan.
Duración: 25 minutos.
Filmación: del 7 al 10 de septiembre de 1955.
Difusión: 13 de noviembre de 1955.
Intérpretes:
- Joseph Cotten: William Callew.
- Raymond Bailey: Ed Johnson.
- Forrest Stanley: Hubka.
- Lane Chandler: Sheriff.
- Harry Shannon: Doc Harner.
- Marvin Press: Chessy.
- Murray Alper: Lloyd.
- James Edwards: el negro.
- Mike Ragan: el blanco.
- Jim Weldon: el mecánico.
- Richard Nexton: el camionero.
- Aaron Spelling: el primer hombre.
- Harry Landers: el segundo hombre.
- Elzie Emanuel: el tercer hombre.
- Ralph Peters.
Sinopsis:
William Callew es un acaudalado hombre de negocios, acostumbrado a disfrutar de una tranquila y confortable vida en su casa de Miami. Un dÃa, esta traquilidad se verá bruscamente interrumpida por la llamada de uno de sus empleados, quien con voz angustiada le suplicará que cambie de opinión y anule su carta de despido. Pero Callew es un hombre carente de sentimientos, y desprecia las lágrimas. Sin dudarlo un instante, colgará el teléfono ignorando los veinte años de servicios que el empleado ha prestado a su empresa. Poco después, Callew hará un viaje a Nueva York. En el transcurso del mismo sufre un fatal accidente contra una enorme excavadora que le dejará totalmente paralizado, "colapsado", como si efectivamente estuviera muerto. Únicamente un dedo, el dedo meñique de su mano izquierda se mueve. Unos reclusos a quienes sorprenderá el accidente en mitad de su traslado, aprovechan la confusión del momento para huir, y logran acercarse al coche de Callew, robándole todo el equipaje. Por fin llegan la policÃa y los médicos. En mitad de un descampado, Callew hará dolorosos esfuerzos por manifestarse y demostrar que está vivo. Intentará hacer ruido con su ridÃculo dedo, pero todo resultará inútil, ya que el ruido de coches y voces no dejara oÃr sus casi imperceptibles golpes. Callew verá agravarse su situación cuando le trasladan al depósito de cadáveres; un mal movimiento en la ambulancia hará que su dedo quede aprisionado por su propio cuerpo, de forma que ya le es totalmente imposible moverlo. Lleno de terror y desesperado por saberse enterrado vivo, no puede evitar que una lágrima cruce su rostro. Este gesto lleno de humanidad, descubrirá a los médicos que Callew en realidad sólo habÃa sufrido un colapso.
Alfred Hitchcock presenta
Publicado Jue Abr 10, 2008
